martes, 15 de junio de 2010

Sanglas



He conducido muchas motos Japonesas modernas. La emoción es intensa, pero se va tan pronto como vino. Las curvas se convierte en algo técnico, y pienso que puedo tener algo más. Entonces bajo al garaje, y miro mi moto. Es una Sanglas 400T de 1972, aunque ya en su época parecía anticuada. Es como si hubiera salido de una película de macarras en los años 50. Es una moto pesada, sólo tiene 25cv, el centro de gravedad ridículamente alto, y el único sistema de arranque a patada indica que no será benevolente con novatos. Es la moto perfecta para mí. Mi objetivo no es sacar los mejores tiempos, sino el domar la máquina.

La contemplo un poco más. Viene de una época en la que la estética importaba. Tiene un diseño muy arriesgado, todo en aluminio y hierro. Sólo puedes odiarla o amarla, pero nunca quedarte indiferente. Me subo, y siento como si estuviera montado encima un potro salvaje. La llave está en el faro, hago contacto, y se ilumina una bombilla verde. Es momento de arrancar. Bajo la mano hasta el carburador, casi con la emoción de bajar la mano por el cuerpo una amante hasta su entrepierna, y acciono el cebador de gasolina, hasta notar que el frío carburante moja mi mano. Coloco mi pierna en la palanca de arranque, y giro el motor despacio, hasta que llega el pistón a su punto más alto, bloqueando el giro. Son 400 cc, un sólo cilindro y sin descompresor. Si lo hago bien, la moto me regalará el motor en marcha. Si lo hago muy mal, la pata de arranque me castigará con un fuerte golpe en la pierna. Como dije antes, no es una moto tolerante con los novatos. Con todo mi peso, hago bajar violentamente la pata. El cilindro se queja, se oyen dos explosiones y no arranca. No pasa nada, necesitaba que entrara la gasolina hasta el cilindro. Repito la operación, cierro los ojos, y espero que arranque. Y esta vez el sonido del motor no se para. Perezosamente noto todos los engranajes moviéndose debajo de mí. La moto despierta de su letargo, y todo vibra. Mi corazón se para por un segundo para latir al ritmo del cilindro. pom pom POM POM.

Meto primera, el embrague es muy duro, no hay nada hidráulico en esta moto. Todo se acciona con siergas, lo que permite sentir en todo momento el motor. Meto primera, y acelero. La moto reacciona bruscamente. Toda la potencia la pone cuando el motor está relajado, es como un enorme caballo. Salgo del garaje, y las pistonadas retumban en los edificios. Es una moto ruidosa, el enorme tubo de escape, no entiende de silenciadores ni existían los catalizadores. La moto me pide acelerar más, y no puedo esperar a salir de la ciudad. Pronto estoy en el campo. Frente a mí, una enorme serpiente negra de asfalto serpentea delante mía, retándome a conquistarla. No hay coches a la vista. Acelero, y mucho más pronto de lo que pensaba alcanzo su velocidad máxima. La moto no puede superar los 150 km/h, pero a partir de 100, necesitas toda tu habilidad para mantener la sangre fría. Solo voy a 110, y se me acerca el primer reto: una curva más cerrada de lo que parecía a lo lejos, y no puedo frenar a estas alturas. Aprieto las rodillas contra el depósito con fuerza. El depósito ya tiene unas cavidades para tal efecto, recubiertas de goma, lo que indica que muchos antes que yo hicieron lo mismo en esa moto. La moto se tumba muy rápido, como si viajara en bici con un yunque entre las piernas, pero mantiene el trazado de la curva con precisión de cirujano. A mitad de la curva, me doy cuenta que puedo ir más rápido y acelero. El amortiguador trasero cede un poco ante la mayor velocidad, y la rueda queda fija al asfalto, he podido salir de la curva a mayor velocidad que la entrada. Mi corazón bombea adrenalina por mis venas muy rápidamente. Es como si me acabara de enamorar. No de una persona, sino de las maravillosas sensaciones que me da este vehículo. Desearía que no terminara nunca, y quedarme en este paraíso para toda la eternidad. Yo, la moto, y una eterna carretera secundaria. Que le den por culo a las japonesas y sus cuatro cilindros en línea.

Que le den a las motos con ABS e hidráulica futurista, que hacen el pilotar una moto un juego de niños. Sólo quiero sensaciones, y sentirme en comunión con la máquina, que forme parte de mí para siempre, incluso cuando me bajo de ella.

¡Vivan los vehículos antiguos!

8 comentarios:

  1. le metes mano a la pobre Sanglas?

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  2. Welcome to the 6:00 news, I'm Tom Smith. On the news tonight we will be discussing machine rape. Even though they don't have a conscious, do inanimate objects have a right to deny the advances of their owners? We have with us in the studio tonight revered Harvard anthromachine-relations psychologist Jerry Smith. Welcome to the show Mr. Smith.

    I'm honoured to be here Tom.

    So Jerry, men fondling their bikes, groping their fridges, fingering their laptops... The question on everyone's mind: If you own something can you do whatever you want to it?

    Yes.

    Thanks Jerry. A quick update for anyone whose interested: everything in Iraq is going okay. Here is Joe with the weather.

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  3. fingering a laptop is a must do. The problem is kissing the screen. You can die of elecrocution. Is that self-defence?

    Can you condemn an inanimate thing for killing someone, or it is just the user's fault?

    If you assume that we can do warever we want to inanimated things, we have the responsability of surviving them

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  4. Hola, una moto preciosa la verdad, si no te importa me gustaría insertarla en nuestro blog. Obviando las últimas frases, ya que hay clásicas japonesas tetracilíndricas cojonudas, el relato nos encanta también, dejando ver el romanticismo que supuran las motos. Tengo una Ossa 175 Sport, cuna también de sensaciones. Buen post. Un saludo desde Burning Road Store.

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  5. Se me ha puesto la piel de gallina. Yo tembién tengo el honor de conducir una 400T y no la cambiaría por nada.

    Gracias por este enorme relato.

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  6. Me encanta lo leido, yo tengo una 400F que me pone los pelos de punta..... Gracias por el relato.

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  7. Gran relato, coincido por completo. Tengo otro buen hierro 400 T y es justo lo que pasa

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